Ya son casi dos años lo que llevo viviendo en Granada, desde que comencé mi carrera universitaria en la Universidad de Granada (UGR). Dado que vivo en el centro de la ciudad y la escuela de ingeniería se encuentra bastante lejos de este, es imprescindible para mí hacer uso del transporte público todos los días que tengo clase. El primer año, recién llegado a la ciudad, comencé a hacer uso del transporte urbano y mi experiencia desde entonces, en general, ha sido bastante satisfactoria. Las líneas de autobuses cubrían una gran parte de la ciudad con trayectos largos y con una frecuencia de aproximadamente 10 minutos en las líneas más utilizadas. Un ejemplo es la línea 6, la cual comenzaba su recorrido desde el pleno centro de la ciudad (Neptuno – Recogidas) hasta el Cerrillo de Maracena, cerca de donde se encuentra la escuela de ingeniería (ETSIIT). Por lo tanto, dicha línea cubría el trayecto completo y su frecuencia era más que aceptable. Otras líneas, como por ejemplo la línea 33, también cubrían un trayecto bastante interesante. En general, en mi opinión, la planificación del transporte urbano de Granada funcionaba bien. Aunque, como todo, también había problemas.
Sin embargo, con la llegada de la nueva LAC (Línea de Alta Capacidad), la situación, a mi parecer, ha empeorado. Con esta nueva LAC, puesta en marcha el 29 de junio de este año, se pretende cubrir el trayecto desde Palacio de Congresos hasta Caleta con una sola línea, formada por autobuses de 20 metros de largo capaces de transportar a un número considerable de personas, con una frecuencia que en principio se ha establecido en unos 3 minutos. Hasta aquí suena bien, el problema es que con la implantación de esta nueva línea, se ha tenido que cambiar por completo la estructura del resto de líneas, que ahora se distribuyen con respecto a un punto central: la Caleta. Por lo tanto, si queremos viajar al norte de Granada, es necesario utilizar esta Línea de Alta Capacidad y a continuación hacer transbordo a uno de los autobuses que se dirigen a la zona norte de la ciudad (N1 a N9). No todos estos autobuses deben cogerse en dicha parada, pero la mayoría sí. Además, los autobuses de la LAC se llenan con mucha facilidad y en muchas ocasiones llegan a juntarse tres de autobuses en una misma parada dada la escasa frecuencia existente.
Como se puede observar, aquí está el primer inconveniente: es necesario realizar transbordos. El mayor problema es que, en algunos casos, es necesario incluso realizar tres transbordos, lo que puede desembocar en una pérdida de tiempo considerable o simplemente en demasiado ajetreo para los viajeros. A esto hay que añadir el problema de frecuencias que presentan algunas de las nuevas líneas. Por ejemplo, la línea SN2 (muy parecida a la antigua línea 10) que se dirige a la estación de autobuses atravesando Camino de Ronda, ha presentado estos primeros días una frecuencia superior a 20 minutos, algo que es insoportable dado la gran cantidad de personas que precisan desplazarse a la estación (yo incluido).
El plano de las nuevas líneas de transporte urbano de Granada es el siguiente:
Mi experiencia con estas nuevas líneas no ha sido del todo mala, pero en mi opinión, el planteamiento anterior era mucho más eficiente en cuanto a frecuencias de todas las líneas y la cobertura del territorio de la ciudad. Cabe destacar que en hora punta, la capacidad de la LAC se queda corta y eso puede provocar problemas. Además, como he mencionado antes, la necesidad de hacer transbordos complica el transporte. También resulta un problema la reducción del número de líneas que atraviesan Camino de Ronda, puesto que es una de las zonas más transitadas de la ciudad.
En definitiva, espero que la concesionaria encargada del transporte público de Granada, Transportes Rober, afronte estos problemas y trate de solucionarlos lo antes posible, puesto que las líneas de autobuses son un servicio imprescindible en esta ciudad.
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